Tilín, tilín… suena una y otra vez la campanita que acompaña al pequeño coche tirado por un chivo, de esos que se usan desde hace muchos años para pasear a los niños de los barrios camagüeyanos. “Pepe”, gritan varios de los pequeños que andan por el paseo de Esmeralda al ver pasar el carromato; entonces el conductor les devuelve un saludo afectuoso y continúa el paseo, convertido en ritual cotidiano para los pobladores de ese municipio.
“A mí nadie me llama Noriel, solo las personas más allegadas; el resto, los más chicos o los adultos me dicen Pepe, que es el nombre del animal”. Abrió así la conversación Noriel Solano Osorio, el “chivero” azabache.
“Qué me iba a imaginar yo que trabajaría con niños y menos que me gustaría tanto. Eso es para que vea las sorpresas que le guarda a uno la vida. Tengo el duodécimo grado y he trabajado en varios lugares, tanto con el estado como particular, pero aquí me quedo porque me gusta y siento que es mi sitio.
“Desde hace tres años estoy en esto. Me reconforta la confianza que depositan en mí los padres de los pequeños y las muestras de cariños que me dan mis “clientes”.
Como pasajeras en ese momento andan Solange Cabrera y Mélani García, quienes no lo dejaron mentir. “ Escribidora- me dice Mélani- para que sepa, Pepe es mi tío”. No es difícil de entender la cercanía conque me hablan de él pues el mismo Noriel acota:
“ Yo los quiero mucho y comparto con ellos muchas veces la merienda. Hasta me piden a veces que les compre Pelly. Si puedo lo hago y se los doy para que lo compartan. Eso sí, no pueden ser egoístas.
“ Salgo dos veces al día, por la mañana en el paseo y por la tarde voy a los barrios. Hago una programación para llegar hasta la mayor cantidad de ellos en la semana . Tengo alrededor de ocho: Barrio Viejo, 8 de Octubre, La Margarita y La Hortaliza, entre otros. A muchos de los niños los recojo en la casa y me los llevo casi toda la tarde.
“La vuelta es a dos pesos, pero yo ajusto los precios en dependencia de las posibilidades de la familia, y si el niño se baja rápido casi nunca le cobro”.
Solano Osorio me cuenta orgulloso de sus andanzas con el cuadrúpedo. “ Con él he viajado muchísimo. Conozco varios municipios de Ciego de Ávila y voy siempre a Camagüey para el San Juan infantil. Allá trabajo en el Casino Campestre”.
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¿Cómo se trasladan?, indago.
“Siempre viajamos en tren. El requisito que ponen es llevarlo en una jaula. Yo lo que hago es que subo primero el coche y monto a Pepe dentro de él y al cerrar la puerta me queda como una jaula. Así vamos juntos para donde sea.
“Lo cuido como a gallo fino. De comida le doy pienso, pan, miel de purga y lo pastoreo por la tarde para que coma hierba”, confesó.
Mientras camino al ritmo del chivo, voy conversando con Noriel. Orgulloso me enseña y saluda a los padres de “sus” niños, como él mismo dice. Recorrí así varias veces el paseo al lado de uno de los personajes más populares hoy en Esmeralda. Tilín, tilín… no dejó de sonar en ningún momento la campanita de los Pepes.