Sé que hace mucho no escribía, exactamente desde el 4 de enero. La vida a veces me lleva demasiado rápido compartiéndome en tantas partes para alcanzar a ser hija, periodista, novia y esas otras tantas responsabilidades que andan rondando por allí. Solo por eso no escribo con más frecuencia, no porque no tenga cosas que contar o decir.
Ahora estoy de vuelta. Tal vez este post, para poder clasificar en la agenda de sus homólogos, debería hablar de la economía cubana, de los desabastecimientos, de la dualidad monetaria en la isla, del periodismo actual, o de tantos y otras conflictos y realidades que se viven a diario.
Pero no lo haré, porque a estas letras las inspira esa nueva sensación y experiencia de ser madre. Y ahora es cuando tengo que aclarar rápido para que no hayan mal entendidos. Aun no estoy en estado, y mucho menos di a luz. Sin embargo desde hace 5 días mi beba Masiel, mi sobrinita de 3 años y medio, está bajo mi responsabilidad porque mi hermana salió a cumplir misión a la República Bolivariana de Venezuela.
Desde el mismo jueves 8 comenzaron a cambiar mis prioridades, mis horarios, mis rutinas, ahora todo es diferente.
Bueno… a lo que iba… Masieli es una niña inteligente, cariñosa que cada día me sorprende con nuevas cosas, las que no puedo dejar de compartir con ustedes.
Todos los días la llevo al círculo infantil por la mañana, pero hoy la vino a buscar su papá y ella no quería irse con él. Yo, para salvar la situación, busqué en el jardín de la vecina de al lado de mi casa dos flores, que conozco como bougainvillea, y le dije:
Ella sonrió, me dio un beso y le dijo a su papá:
– Vamos rápido que llevo una flor para Martí.