Durante varias décadas, diferentes generaciones de jóvenes han formado parte de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM), una etapa de la vida de la que siempre se guardan gratos recuerdos.
Así vienen a la memoria las jornadas que transcurrieron en los preuniversitarios o politécnicos, los uniformes azules o carmelitas, los autoestudios, los bailables, el trabajo en el campo y los amigos que se encontraron un día para toda la vida.
Este seis de diciembre la FEEM está de fiesta, con motivo de celebrar el aniversario 42 de su fundación. Organización que agrupa solo en la provincia de Camagüey a más de 23 mil integrantes y que tiene como principal reto fortalecer el movimiento estudiantil en la enseñanza media.
Los cumpleaños siempre son motivo de celebración, pero también han de ser un momento oportuno para evaluar, recapitular el camino transitado, ver en él los aciertos y desaciertos, y así enfrentar los años y los retos que están por venir.
Desde afuera, desde este palco que la vida nos reserva, se puede apreciar en esta organización un innegable inmovilismo, una pasividad que ha dado al traste con que sus propios miembros no se sientan identificados con ella.
Si bien hay que reconocer que tal vez ningún tiempo antes fue para el trabajo de un movimiento más difícil y cambiante que este, es también oportuno señalar que ante épocas diferentes hay que buscar métodos de trabajo diferentes.
El asunto NO está en desdeñar las prioridades, encaminadas hoy certeramente a mejorar el trabajo en el grupo y en atender a la formación de profesionales de perfiles técnicos y pedagógicos y en la preparación de los estudiantes de duodécimo grado.
El reto, considero, versa en transformar la forma de darle cumplimiento a lo acordado, en desprenderse de métodos y formas de convocatoria que hoy no movilizan, en cambiar el discurso anquilosado de algunos de sus dirigentes estudiantiles y que, aunque les asista la razón, les resta credibilidad.
Otro asunto es que considero pertinente repensar y replantear algunas esencias de este movimiento, como es el ingreso. Pertenecer debe partir de la voluntariedad, de sentir la necesidad de formar parte, y NO como hasta ahora, que es un proceso masivo.
Entusiasmo, vitalidad, alegría y compromiso con este proceso social no les faltan a estos jóvenes, e incontables son las ocasiones en que han dado muestra de ello.
Pero cumplir años, también trae nuevas responsabilidades, para que la FEEM, esa que nunca se olvida, y que cumple este SEIS de diciembre su aniversario 42, siga acompañando a los jóvenes cubanos en esta senda de sueños y realidades.
Ala y raiz 